lunes, 13 de diciembre de 2010

"EL DULCE SABOR DE LA VICTORIA" .-INCLUÍDO EN EL LIBRO "RELATOS URBANOS 2010. ESTELAS EN EL CIELO"

Sus glaciales ojos yacían sobre la alfombra. Sabía que tarde o temprano algo así sucedería. No hacía falta ser alguien muy intuitivo para percatarse de ello. Su mirada gélida, carente de sentimientos, me acuciaba día y noche. La hostilidad manifiesta entre él y yo era latente. Su mirada desafiante me atosigaba y me pesaba como una enorme losa día tras día; sus pupilas azules invadían incluso mi oscuridad, mis sueños, mi calma… La situación se había tornado en algo insostenible.

Así que aquella mañana decidí que, justo al atardecer, acabaría con él de una vez por todas. Tras el crepúsculo, me dirigí a la cocina, agarré el cuchillo más grande que encontré, regresé al dormitorio y lo escondí debajo de la almohada .Horas más tarde, cuando todos yacían bajo el abrazo de Morfeo, acabé con él. Bastó un único movimiento preciso de mi mano para que la luz de su rostro se apagara para siempre.

Entonces pensé que debía deshacerme del cuerpo de aquel que había sido mi mayor enemigo hasta la fecha. Sopesé mis diferentes posibilidades, y decidí que la mejor opción sería enterrarlo debajo del lilo blanco que presidía el patio trasero. Así lo hice. Cuando terminé, regresé a mi cuarto y dormí plácidamente durante el resto de la noche, aliviado por el inmenso peso que me había quitado de encima.

Al día siguiente, cuando llegó la hora de comer, mi madre me preguntó:

- Raulito, ¿se puede sabe dónde has puesto tu muñeco Gusiluz? Esta mañana, cuando he entrado a limpiar tu cuarto, no lo he encontrado por ningún sitio. ¡Y eso que duermes con él cada noche!

- No sé…¡Por ahí!- Le contesté, saboreando a mis cinco años, por primera vez, el dulce sabor de la victoria.



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